Circularidad y empresas en Guatemala
Circularidad y empresas en Guatemala
La economía circular representa una transformación profunda del modelo económico tradicional (lineal). En lugar de producir, consumir y desechar, propone un ciclo continuo de reutilización, reciclaje y valorización de recursos. En Guatemala, este enfoque cobra especial relevancia ante los desafíos ambientales, sociales y económicos que enfrenta el país, y se convierte en una oportunidad estratégica para empresas comprometidas con la sostenibilidad.
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Política pública: avances y obstáculos
El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) lanzó en 2024 la Estrategia Nacional para la Transición hacia una Economía Circular en Guatemala (ENECG), con el apoyo de la Unión Europea a través de Euroclima, esta estrategia, que abarca el período 2025-2045, busca guiar acciones para reducir, reutilizar y reciclar residuos, promoviendo la coordinación entre instituciones y sectores1.
Aunque el Acuerdo Gubernativo 164-2021, que establecía el Reglamento para la Gestión Integral de Residuos Sólidos Comunes, fue declarado inconstitucional por la Corte de Constitucionalidad de Guatemala (CC) en agosto 2025, debido a consideraciones sobre la vulneración a la autonomía municipal, el fallo no debe de verse como un retroceso definitivo. Por el contrario, abre la puerta a replantear mecanismos de implementación más consensuados y adaptados a las realidades locales, manteniendo el espíritu de circularidad como eje transformador. Además, si ya desarrollamos el hábito de clasificar los residuos ¿Por qué quitarnos el hábito?
El MARN ha reiterado que la economía circular sigue siendo una prioridad, y ha llamado al sector privado a la ciudadanía y municipalidades a continuar con buenas prácticas voluntarias, como el rediseño de productos, la separación de residuos desde la fuente y la responsabilidad extendida al productor2.
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Empresas guatemaltecas: casos y tendencias
Diversas empresas en Guatemala ya están adoptando principios de economía circular, demostrando que este modelo es viable y rentable:
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Atitlán Recicla: Cooperativa liderada por mujeres indígenas que recolecta un transforma residuos plásticos en productos útiles, generando riesgos y conciencia ambiental en comunidades del Lago de Atitlán.
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Megapaca: con más de 90 tiendas en Guatemala, Honduras y El Salvador, evita que miles de toneladas en textiles terminen en vertederos. Su filial Novafiber convierte residuos textiles en materias para colchones y aislantes.
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Nestlé y Bimbo: Han implementado centros de inteligencia artificial y flotas eléctricas, respectivamente, como parte de sus estrategias de sostenibilidad y eficiencia energética.
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Otros: Hay otras empresas e iniciativas que promueven acciones ligadas a la circularidad y a la reducción de deshechos a través de procesos estructurados como una oficina verde o recolección de materiales específicos, buscando a el riesgo de que lleguen a vertedero y no cuenten con un manejo adecuado. Aprovechar un deshecho a través de su revalorización, lo cual puede ser insumo para otro.
Estos ejemplos muestran que la circularidad puede aplicarse en cualquier sector social e industria. Si bien, algunos sectores enfrentan más barreras (infraestructura, cultura empresarial y financiamiento), todos pueden encontrar oportunidades si se articulan esfuerzos entre actores públicos y privados.
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Datos sobre la gestión de residuos y circularidad en Guatemala
La situación actual de residuos sólidos en Guatemala evidencia la urgencia de adoptar modelos circulares, la información corresponde a información oficial emitida por el MARN:
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Cada guatemalteco genera en promedio 0.47kg de residuos sólidos diarios, lo que equivale a 7,990 toneladas diarias y más de 2.9 millones de toneladas anuales.
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En 2023, los dos principales vertederos del país -zona 3 y Villa Nueva- recibieron 775,295 toneladas de residuos, siendo el de zona 3 el más saturado.
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La composición de residuos incluye: plástico (27%), textil (23%), sanitario (10%), cartón (5%), metales (6%), entre otros.
A pesar de que hay cierto conocimiento sobre los deshechos y de que hay empresas que se encargan de recolectar materiales específicos como insumo o su tratamiento adecuado, queda una brecha cultural que hay que fortalecer. Considerando también, que a pesar del volumen de deshechos que se generan, mucho de este reciclaje depende en gran medida de una recolección informal hecha por personas que clasifican los deshechos manualmente y dan ese valor comercial. Esto refleja la necesidad de fortalecer la infraestructura, educación ambiental y sistemas formales y responsables de recuperación.
En conclusión, debemos de tener una visión de que la circularidad debe de verse como un camino hacia la sostenibilidad. La economía circular no es una moda, sino una necesidad urgente para Guatemala. Aunque el marco legal enfrenta ajustes, la estrategia nacional y los esfuerzos empresariales muestran que el país está en camino. Las empresas tienen un rol clave como agentes de cambio, y deben ver la circularidad no solo como una responsabilidad ambiental, sino como una oportunidad para innovar, reducir costos y generar valor compartido.
La transición será más fácil para unos sectores que para otros, pero eso no debe de verse como una excusa para excluir a nadie. La circularidad es inclusiva, regenerativa y transformadora. Guatemala tiene el talento, los recursos y la creatividad para liderar el cambio en la región.

